Iglesia San Isidro Labrador

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La Iglesia Parroquial de San Isidro Labrador data del año 1956, y pertenece al estilo modernista. Esta fue diseñada por el arquitecto José Luis Fernández del Amo, y conserva casi íntegra su forma original.
El edificio parroquial tiene planta rectangular con tres naves separadas por cuatro columnas cilíndricas. El presbiterio se encuentra sobreelevado con altura de tres gradas.
La iluminación se consigue mediante ventanas circulares situadas en los paños laterales y mediante rasgaduras verticales situadas en los laterales del presbiterio. Las primeras se adaptan al perfil de ojo de buey; son cuatro por cada nave y presentan un diseño figurativo a base de plantas autóctonas en colores vivos y contrastados. Las del presbiterio están constituidas por tres paneles verticales desde el suelo al techo y a la derecha e izquierda del altar, conformados por vidrios alargados de diferentes tamaños, color y forma. El autor de estas vidrieras es el pintor alicantino Manuel Baeza
Del mismo autor encontramos en el fondo del presbiterio el gran mosaico del testero plano. Este mosaico está formado por pequeñas teselas de mármol de diversos colores. Su composición es abstracta geométrica, y en ella  se interpreta la contemplación del vasto paisaje de los saladares en las estribaciones de las sierras de Albatera y Crevillente, bajo un cielo azul y nubes blancas entre las cimas. Todo ello en un estilo neo-abstracto, donde el juego de planos geométricos se acompaña de acertadas combinaciones cromáticas. En él Baeza hace gala de su gran habilidad como dibujante con certero sentido de las geometrizaciones y superficies de inspiración cubista. 

El altar  esta formado por una mesa de mármol. Sobre esta hay un calvario suspendido que contiene un crucifijo flanqueado por la Virgen María y por un San Juan. Todo el conjunto está realizado en hierro, y su realización se le atribuye al escultor Jose Luis Sánchez. El propio autor opina de las esculturas que “miran al pasado y buscan una estilización de los estilos románico y gótico, una renovación del arte religioso».

El sagrario se encuentra actualmente sobre un pedestal de mármol. Es una pieza de forma prismática cuadrada terminada en pirámide, las patas son cuatro bolas cilíndricas. Está realizado en metal y en cada cara hay una cruz, realizada la de la puerta con un esmalte policromado con motivos alegóricos a la eucaristía y en concreto al milagro de los panes y los peces.

El baptisterio está en una capilla independiente adosada en el acceso a la derecha, tiene planta rectangular y se ilumina mediante una ventana con vidriera situada en el lado sur (también de Baeza). Una cancela de hierro permite independizar la capilla de la iglesia. La sacristía queda dispuesta a la izquierda en el tramo contiguo al presbiterio.

Del exterior destaca el gran mural situado en la parte superior de la fachada principal. Se trata de un mural figurativo con tres escenas yuxtapuestas que narran tres pasajes conocidos de la vida de San Isidro: el milagro del pozo, San Isidro con la yunta de bueyes, y alimentando a las aves.

El autor matiza en este mural los verdes, amarillos y grises, aprovechando, cuando lo precisa, el blanco del soporte. Está realizado en piezas cerámicas de diferentes formas y tamaños, encontrándose ladrillos y azulejo policromado y vidriado. El mural está firmado por  “Carpe” (Antonio Hernández, Murcia 1923 – Madrid 1977).

El conjunto de la iglesia cuenta con un porche cubierto, abierto en sus laterales y sólo materializado físicamente por columnas. Este porche une a la iglesia con la esbelta torre del campanario.

La torre del campanario es prismática, su cubierta esta inclinada a un agua y tiene dos  vanos en el cuerpo superior que se prolongan mediante balcones volados. Unas ventanas en forma de cruz griega permiten la iluminación en el interior. En ella podemos encontrar otro mosaico que representa la imagen de San Isidro Labrador realizado también por el artista Manuel Baeza. Esta imagen es plana y en ella el artista adopta un estilo románico. Baeza juega en esta obra con el azul, violeta, verde, crema, gris y negro.

La coherencia en la construcción de la iglesia alcanza al diseño del mobiliario, donde destaca la introducción de nuevos conceptos formales, fundamentalmente la abstracción, este tratamiento no figurativo en vidrieras y retablos es importante por la época en la que se realizó.